Con la llegada del invierno las temperaturas bajan notablemente y por ello hay que abrigarse, especialmente abrigar a los más peques de la casa como a los bebés. Debemos tener en cuenta que el cuerpo de un bebé no es como el nuestro y que aunque necesita ser protegido del frío, hay que hacerlo de una manera especial para evitar que pueda coger catarro.
Tips para proteger a nuestro bebé del frío
Abrigar al bebé es una de las mejores soluciones, pero hay que tener presente que no podemos extralimitarnos. Su cuerpo es más delicado que el nuestro y lo que nos puede sentar bien a los adultos, a los bebés puede que no les siente bien.
Por ejemplo, no hay que abrigar demasiado o subir mucho la temperatura, el bebé no estará a gusto y además podemos hacer que su cuerpo se sobrecaliente.
La calefacción en casa está muy bien, pero siempre si se tiene a una temperatura moderada, unos 20 grados será lo correcto, un exceso no es recomendable dado que aumentará su calor corporal y le resecará la piel. Además debemos tener cuidado si solo tenemos calefacción en una habitación y el resto de la casa está fría. No hay que exponerlos a los cambios bruscos de temperatura.
Lo mismo sucede cuando estamos en un local público con ellos, a una temperatura agradable y fuera hace bastante frío. Debemos abrigarle correctamente antes de salir y mucho mejor si la sillita tiene capota completa.
A la hora de vestir al bebé no hay que hacerlo nunca con prendas demasiado gruesas y/o ajustadas, debemos apostar por prendas suaves y un poco sueltas, de algodón siempre, para que permita una correcta traspiración de la piel y no tengan rozaduras.
Es importante tener en cuenta que el mecanismo de autorregulación de la temperatura de un bebé no está desarrollado, por tanto las madres y padres debemos controlar su temperatura en todo momento cuando haga mucho frío.
En este caso hay que revisando la nuca y el cuello y no fiarnos de otros aspectos como pueden ser el color de la piel, si tiene las manos frías o sudorosas, por ejemplo.
Para finalizar, hay que recordar que la humedad relativa de la estancia donde nos encontremos debe estar al 50% aproximadamente, porque si el lugar es demasiado seco puede hacer que el pequeño no pueda expulsar de manera correcta sus impurezas, sobre todo porque se le seca la nariz.